El rey, de espadas.
El rey,
de espadas
El rey, de espadas
Hoy necesito compartirles un poco de la figura del Rey de Espadas, una carta que, cuando aparece, suele hablarnos de estrategas, vendedores, expositores, políticos, y profesionales con una habilidad destacada en la comunicación.
Esta carta simboliza la claridad mental, la lógica y la capacidad de tomar decisiones precisas y justas. Puede representar desde una figura de autoridad competente hasta un manipulador en su peor versión.
Vengo rumiando hace días sobre una descripción de Waite en La clave pictórica del tarot, donde menciona que “el Rey de Espadas es el poder de la vida y la muerte”.
Si cada carta tiene mensajes que varían según el ámbito al que pertenece (en este caso, la experiencia intelectual), El Rey de Espadas, también nos habla de algo más profundo:
La dirección de nuestra atención y el desarrollo de la concentración.
Donde ponemos nuestra atención, damos valor.
Ahí donde dirigimos nuestro enfoque, hay vida; y cuando quitamos la atención, lo que sea que estemos dejando de lado tiende a desvanecerse o perder valor.
Redes sociales y smartphones, que capturan y monetizan nuestra atención, llegando a un punto donde nuestra energía está donde tal vez no queremos.
También en los pensamientos y emociones que se desencadenan por los estímulos. ¿Qué consumimos? ¿Para qué?
Enfocarse en algo de forma constante y sostenida, aquello que elegimos conscientemente, es lo que verdaderamente otorga significado y vida a las cosas.
De aquí surge la importancia de practicar una higiene digital: aprender a salir de los “ladrones de atención” que no solo nos distraen, sino que además lucran con nuestro enfoque.
Bienestar digital entre otras cosas.
He estado trabajando mucho sobre la experiencia del pensamiento y las emociones.
Si bien no podemos controlar completamente qué pensamos o sentimos, sí podemos mejorar nuestra capacidad para dirigir nuestra atención hacia aquello a lo que queremos dar valor.
Y al hacerlo, logramos que nuestra mente y emociones también se direccionen.
No se trata de control, sino de elegir en qué invertir nuestra atención, a qué le daremos valor y por lo tanto vida, lo cual repercute directamente en la calidad de nuestros pensamientos, emociones, y se manifestará en nuestra conducta.
El desafío del rey de espadas es con nosotros mismos.