La naturaleza bruta
La naturaleza bruta
😶 Hay experiencias que no caben en palabras.
Hace poco encontré un posteo de un coach de bienestar que contaba su viaje en contacto con la naturaleza.
Hablaba del aire libre para bajar el cortisol, del sol como fuente de vitamina D, de los beneficios de caminar.
Una lista razonable de argumentos biológicos.
🪤Y pensé: estamos cada vez más atrapados en esta tendencia de resolver el bienestar desde una mirada cientificista.
Reducimos lo vital a fórmulas y datos, como si todo pudiera medirse.
Claramente esto tiene una explicación histórica, que podemos hablar en otro momento.
Pero hay otro tipo de encuentro con la naturaleza —la naturaleza bruta, enorme, poderosa— que no entra en esa lógica.
🌪️ Ese momento de fascinación y pánico en que algo más grande que uno se presenta, cuando el cuerpo entiende —antes que la mente— que está inmerso en una fuerza viva.
No es solo la naturaleza exterior: es la nuestra. El temblor frente al flujo de vida-muerte-vida. Esa conciencia que llega de golpe y nos recuerda que no somos nada.
Y no importa.
Porque tampoco somos tan importantes.
Es una experiencia mística, pero también política.
⚡Nos saca del centro, derriba la ilusión de control, y nos recuerda que somos parte del movimiento, no sus dueños.
Conecté con el Arcano XIII del tarot, la que simboliza la disolución de las formas y la regeneración de la vida. No anuncia muerte literal: anuncia transformación, el trabajo de la tierra sobre sí misma.
No destruye, limpia el terreno.
Hace espacio para lo nuevo.
El encuentro con la fuerza bruta de la vida —sea en un bosque, una tormenta, una pandemia o una crisis, es también un encuentro con nuestra vulnerabilidad.
Tocar esa energía nos deja sin palabras, pero puede devolvernos algo esencial: el registro de que somos parte del flujo.
Esos encuentros nos dejan cargados, inquietos, energizados. A veces también relajados, calmos, cansados.
Porque estar inmersos en la trama de la vida no reconecta.
Y quizás por eso, después del temblor, necesitamos algo que nos ayude a tramitar lo inmenso. A reconocer que la disolución no es el fin, sino la condición de todo renacimiento.
🏝️En este mundo individualista, la vida no es solo hormonas, drips, masa muscular, suplementos, tips de bienestar y rutinas de fuerza.
Hay procesos que necesitan otras formas de gestión, espacios donde el cuerpo, el relato y el ritual vuelvan a tener lugar.
🌊¿Cuándo perdimos esos rituales para transitar lo colectivo?
¿Cuándo dejamos de relatar lo que sentimos frente a lo inconmensurable?
